Nunca nos habíamos besado en un pub hasta que llegó Coup de Soup
Tampoco habíamos escuchado canciones tan modernas. Ni tan bien interpretadas por un cantautor con un concepto tan meridianamente claro del saber-estar encima de un escenario.
Es verdad que gozaba de una música elegante hecha a su medida y un guión formidable a base de historias talentosas y distinguidas que narraban la realidad e irrealidad de aquellos años en que todos, y ellos, vivíamos siempre al borde del lado más salvaje y cachondo de la vida; la vida que permite una ciudad de provincias, que tampoco es para darse homenajes.
He visto muchos años después a cantantes de éxito variado, con una puesta en escena exactamente igual a la que ellos llevaban hacen diez años. He oído cosas -canciones- de buenos grupos y artistas de ahora mismo, pero con un sonido que ya habían inventado ellos hace años.
No he visto jamás una banda que sienta y transmita el pop de una manera tan atractivamente teatral, en sus músicas, en sus letras, en sus shows, en sus discos, en su estética.... El mejor traje sin duda que le sienta a Coup de Soup es un telón rojo, una cámara negra, luces de cabaret, butacas aterciopeladas y el sonido potente y agridulce de guitarras, bajo, piano y percusión, y let's the show begin!Everybody!.
Ha sido la banda sonora de las miserias y las grandezas de una parte de nuestra vida. Y cada vez que oigo a Marianne Faithfull, a Yves Montand, a Velvet Underground, a Golpes Bajos, a Serge Gainsbourg, a Peret, a Manta Ray, a Billie Holiday, a Ute Lamper, a Xutos e Pontapes, a los Tigres del Norte, a las Sangrí-Las, a Los Nikis, a Nicola di Bari o a La Buena Vida, oigo a Coup de Soup. Y cuando oigo a Coup de Soup oigo a todos esos. Y oigo a cada uno de ellos, a Aurelio, a Juan Carlos, a Abelardo, a Diego, a Juanjo, a Tomi, a Miguel.........