Resumiendo. Una noche de primavera del año del señor de 1984, en Cáceres, en el frontón de la Ciudad Deportiva.
De allende las Españas había llegado a Extremadura una compañía de teatro a poner en escena un espectáculo al que los entendidos catalogaban de diferente. No era una compañía, era otra cosa. No era teatro, eran otras formas. Era La Fura dels Baus. El recinto, a rebosar. Sus paredes, expectantes. Y de pronto, hachas, sierras mecánicas, un coche destrozado. Desconcierto. Miedo. Pánico y acción.
Confusión, mucha confusión. ¿El espectáculo era así? ¿Esto era lo que veníamos a ver? Sí y no.
Del fondo de un bidón, de la esquina oscura del lado norte, comenzaron a salir jóvenes con crestas que portaban el hacha, la sierra y la rabia.
No, no eran los actores de La Fura. Eran de aquí. No hubo espectáculo, o tal vez sí. La acción, la verdadera acción, duró apenas unos minutos. Los que estábamos allí nunca lo olvidaremos. La Fura se fue (sin actuar) y el punk llegó a Cáceres.
Sí, porque esa noche de 1984 (la fecha que cuentan las crónicas) fue el bautizo de sangre artificial del movimiento punk en Extremadura.
Al día siguiente la prensa local dio buena cuenta de ellos.
Los punkis habían salido, por fin, de las esquinas desiertas de la indiferencia. Todos hablaríamos de ellos. En lo bueno, y en lo malo. En la salud y en la enfermedad.
Entre el público, apenas imperceptibles por la oscuridad del frontón, dos muchachos que bien conocían la Calle Caleros y Diego María Crehuet. Sus nombres aún no aparecían en los carteles y las octavillas del Río Verde. Pero no faltaba mucho.
Unos días después, La Fura visita Badajoz. Aquí logra poner en escena su espectáculo. Será en la antigua cárcel de la ciudad. Hoy nos queda un gran museo sobre sus pabellones al que puedes entrar y salir cuando te plazca. El MEIAC. Esa noche tampoco la olvidaremos. Tampoco la olvidarán los actores. Las verjas de la cárcel todavía resuenan en nuestra memoria.
En Badajoz vimos una pintada en alguna pared. Los recuerdos nos fallan, pero es posible que estuviera por la Ronda del Pilar. Parecía mal escrita. Pero no. Era tal como era.
Los muchachos del frontón eran Leandro y Manu El Enano. Sus nombres siempre irán unidos a los de A PALO SEKO. Les guste o no les guste. En lo bueno, y en lo malo. En la salud y en la enfermedad.
En la pintada de Badajoz se podía leer ASKEROSA KOINCIDENZIA. Nada más. Ningún mensaje. Ninguna pista. De ellos hablaremos una noche de estas, sentados en el malecón de los baluartes de Menacho.
Hoy toca Cáceres.
Pronto hablan de montar un grupo. Punk. Por supuesto. Bolinga. Claro. Habían alucinado, como quien más y quien menos, con lo que vieron esa noche de primavera en el frontón. Probablemente conocían de la calle, de vista, de habérselos encontrado alguna vez en la Plaza Mayor, a los auténticos protagonistas de aquella noche. O no. Eso es lo de menos.
Cáceres es una ciudad pequeña, y en un rincón apartado de la plaza había un bar, también pequeño. El Río Verde. En 1988 A Palo Seko se presenta en público. El punk se viste de gala. Conmoción. Ya nada será igual. Los acontecimientos se desbocan.
Apenas unos meses después, año de las crestas de 1989, en la trastienda de Barragán, en Colón, a unos metros de Diego María Crehuet, se graba Animales de bellota. Víctor Guillén, Walkiria, se ha empeñado. (¡Cúanto le debemos a Víctor!). Cinta de cassette. No hay presupuesto para más. Ahí están el Marrajo, Miguel, Leandro y el Enano.
A Palo Seko recorre medio mundo con su punk bolinga y sus barrikadas. Las cintas me las quitan de las manos…
El 31 de agosto de 1991 asaltan el Castillo de Trujillo. No están sólos. Desde Plasencia acaban de llegar las hordas de Desakuerdo Social, y desde fuera, de allende las Españas, Eskorbuto encabeza el fuego cruzado. En Trujillo, Miguel Paredes ha querido que su castillo deje de ser inexpugnable. Gracias Miguel por esos recuerdos imborrables.
Y empezamos a hablar en serio. Cuentan que en Puebla de la Calzada, subiendo unas estrechas escaleras, tan estrechas que apenas cabe la batería, José María ha montado un estudio con los últimos adelantos.
En 1992 A Palo Seko graba un LP, un Long Play, como se decía antes. Ya no es una cinta de cassette. Es vinilo. Jodiendo la marrana. Podríamos decir que se ha convertido en un disco mítico, imprescindible, que ha resistido con mucha dignidad el paso del tiempo. Y sí, lo decimos. Jodiendo la marrana es un disco que ya ha pasado a formar parte de la memoria musical de Extremadura.
Piornal. Coria. La Madrila. Kinki Locotes. Los Suaves. Kno. Dks. Valdelacalzada. Mérida. Otra vez Valdelacalzada. Galicia. Salamanca. Almendralejo. La Banda Trapera del Río. Tirando Millas. Clave. Akosados. Parque del Príncipe. El pasto que echa a arder. Caos. Vuelve la confusión. Ano Pazao. El 1º de Mayo. La Frega. Nos quedamos sin saliva.
Entre 1994 y 1995 Leandro nos deja. Pero la distancia no es el olvido. Y Mérida está a un paso.
Es tiempo de litigios. A Palo Seko se convierte en APSK. Existe por ahí fuera otro grupo que ha registrado el nombre. Da igual. Ellos seguirán siendo siempre los apaloseko. Los auténticos.
Estamos en 1995. En Jammin, Yolanda Piru toma las cuatro cuerdas y graban Para más rekochineo. Nunca verá la luz. Nunca hasta que llegó internet, claro.
Ese mismo año, recién llegados de Huelva, pasan por La Pajarraca. Es agosto, y a Castuera llega lo más granado de las crestas del Guadiana y del Tajo. Hoy puedes escuchar íntegro ese concierto. Memorable. En lo bueno y en lo malo.
Llega 2010 y algunos de ellos se vuelven a reunir para homenajear a Chomin. Un buen amigo de los tiempos verdes.
Llega 2010 y Jodiendo la marrana se convierte en el primer disco que se guarda en la memoria de Cantarrana. El que da el pistoletazo de salida a este proyecto. Por su culpa estamos aquí, escribiendo estas líneas. Y por su culpa nacieron otros nombres, pero con el mismo espíritu.
Llega 2010 y la historia de A Palo Seko vuelve a salir de los cajones de la memoria. Aunque en realidad nunca se guardó, porque siempre estuvo en boca de todos los que amaron la rabia.
Aquí lo dejamos por hoy. Pero nos queda mucho punk. Nos queda Plasencia, Almendralejo, Badajoz, San Vicente, La Serena. Tujillo. Seguiremos informando. Salud.
Fuente: Revista Grada. Cantarrania. Junio, 2011. Página 54.
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